


Nunca, jamás, llegué a una elección presidencial con tan poco feeling con los candidatos. Y la verdad que mis experiencias, en general fueron bastante desapasionadas : en el 89 voté por Angeloz convencido. En el 95 voté contra Menem, también y voté por Bordón. En el 99, como la mayoría de «nosotros» fui a la interna de la Alianza y voté por Chacho, y después voté a De la Rúa. En el 2003, me ilusioné con la entonces mas o menos equilibrada Elisa Carrió, y estaba decidido a votarlo a Néstor si había Ballotage. En el 2007 insistí con Carrió, en el 2011 voté Binner, claro. En 2015 formé parte del 1% que votó a Margarita Stolbizer, y en 2019, voté a Lavagna. Un desastre.
O sea, no me fue bien nunca. O porque perdí, o porque el gobierno que elegí fue un desastre. Y eso debería servirme como advertencia: Generalmente el país fue para el lado inverso al que yo quería. ¿ Por qué sería diferente esta vez?. Con un agravante: Esta vez el país va a ir para un lugar que yo no elegiría, aun cuando gane la candidata que votaré.
Pero bueno, hay que elegir. Falta un mes y a mi, en medio de todas las dudas, reconozco que no me quedan dudas : Si algo no había pensado nunca en mi vida, es que un día estaría diciendo: «Voy a votar por Bullrich». Nunca, jamás. Pero hoy sucede.
Y me sucede, en principio, porque de las PASO no surgió ninguno ( con chances reales) que me genere entusiasmo o verdadera identificación. Entonces voté por Larreta. Creo que él y el grueso de los radicales que lo acompañaban representaban lo que, humildemente, yo creo que necesita el país. Que no necesariamente es lo que necesita el país. Pero sí lo que a mi me gustaría que pase en el país.
Pero perdió. Y de eso no me hago cargo: El país no tiene una fuerza socialdemócrata en vigencia y a eso lo decidieron las pequeñas mayorías. Y si, la incapacidad de los dirigentes para construirla y sostenerla. Yo hubiera preferido votar a un candidato con experiencia en gestión, con mayor amplitud de criterios y con una mirada «anti grieta», un tema que a mi juicio, le impidió a este país avanzar en los últimos 20 años.
Entonces es Milei, es Massa o Bullrich. No hay otra alternativa que tenga chances. Y entre esos hay que elegir. Y no es por la positiva, lo admito. Elijo para evitar, creo, males peores . Y entonces, mejor empiezo por ahí:
Descarto «in límine» votar por Milei. Creo que es un sujeto emocionalmente desequilibrado, no comparto sus ideas económicas extremas, no puedo votar a una vicepresidenta negacionista de un genocidio, y además, sus comportamientos me producen una inédita sensación de miedo. ¿ A qué? A asomarnos a un modelo antidemocrático. A vivir un auténtico proceso de «populismo de extrema derecha» en el que la sociedad sea obligada a elegir entre quienes merecen o no vivir, dependiendo de lo que piensan o aún peor, de lo que digan. Hay razones para tener ese temor.
Milei, y puedo equivocarme, es la consecuencia del fracaso sucesivo de la política. Y los que tenemos memoria, y leímos algo, y aprendimos a oler el futuro antes de que el humo nos avise del fuego, lo sabemos: lo peor es lo que viene después del fracaso. Porque es revancha. Y de revanchas, sabemos algo en el país.
Milei, no. ¿ Por qué no Massa?
Antes de Massa, tengo que decir que descarto a Juan Schiaretti porque votarlo es echar un voto al baldío. Es más: creo que tanto él cómo la izquierda, deberían renunciar a sus candidaturas. ¿ Por qué? Porque hay riesgo de que no lleguemos a un Balotaje. Y ahí será tarde, para todos. Para ellos también.
Schiaretti es, a mi juicio, un buen candidato. Es, como Larreta, un hombre que reúne todas las condiciones para conducir. Pero no tiene votos. Y sin ellos, no hay gobierno posible.
Entonces me queda argumentar mis razones para tachar a Sergio Massa. Y no daré muchas vueltas: Massa es, a su pesar, la perfecta síntesis de lo que nos trajo hasta acá. Es la propuesta populista , discursivamente aguada, claro, pero al mismo tiempo enervada por las urgencias de campaña, del Kirchnerismo.
Massa representa la pérdida de oportunidades: al igual que CFK , pone al Estado al servicio de sus necesidades personales. O sea, Massa, desde que es ministro sabe que su destino es la presidencia y lejos de haber tomado medidas que recondujeran al pais a cierto estado de normalidad, hizo todo lo contrario: Tomó decisiones que son de imposible cumplimiento en el tiempo. Y que conducen a agravar todos los problemas que tenemos.
En dos años, demostró que no sabe cómo bajar la inflación. O al menos hizo todo lo contrario: Agarró un país con 4% mensual y nos devuelve uno con 12% mensual. Cuatriplicó los indicadores de inflación, y con ellos, nuestros sueños individuales y colectivos.
¿ Por qué lo haría si es presidente? No lo entiendo.
El Kirchnerismo tuvo todo el poder público, durante 16 de los últimos 20 años. Sin embargo, no desarrolló ninguno de los aspectos estructurales de la economía. Ni sustituyó importaciones, ni multiplicó las condiciones de agroexportadores, ni explotó las potencialidades energéticas al punto de convertirnos en un pais importador de gas y combustibles, y dejó al país, con los peores indicadores sociales que se tengan memoria.
¿ Por qué, entonces, debo creer que serán ellos los responsables de recomponer lo que o rompieron o no hicieron, pudiendo hacerlo?
El Kirchnerismo, el neokirchnerismo o como se quiera llamar ahora , es un modelo agotado de tanto usarlo y fracasar. No sólo no representa a los sectores populares, como dicen, sino que ha empobrecido. Especialmente con el espiral inflacionario: Los alimentos básicos aumentaron un 1000% en los últimos 4 años, mientras los ingresos promedios no superaron el 350%.
No creo que sea justo Massa el que pueda resolver lo que entre otros, hizo Massa.
Lo hicieron más o menos bien cuando hubo plata en las alforjas. Cuando las cosas se torcieron, todo significó relato excusatorio y una manifiesta incapacidad para manejar las herramientas de la economía.
No es Milei, obvio. No es Massa, al menos para mi. Pero, claro, lo será si tenemos un Balotaje en Noviembre. Ahí, ni lo pienso. Con los ojos cerrados.
Uf. Es muy difícil tratar de explicarme a mi mismo, antes que a los demás, porque voy a votar por Patricia Bullrich.
Si quiero agregar algún argumento positivo, elijo creer que llegó el tiempo de tomar decisiones muy difíciles, muy duras, y que se necesita a alguien que esté dispuesto a comerse el costo. SI hay que ajustar, en lo que todos sabemos que se debe ajustar, mejor que lo haga alguien que no tiene ni tenga temor en asumirlo.
No voy a entrar en los debates que la impugnan, porque en general comparto esos argumentos. Pero tampoco la pavada: Y si me terminan nombrando a Maldonado, no obliguen a los demás a poner la lista de nombres de chicos asesinados por la policía de Kicillof y Berni , porque pierden por espantosa goleada.
En fin. Escribo esto sin ninguna ilusión. Nos han metido a casi todos, en la odisea de elegir al menos peor, en un país donde todo está peor cada quince minutos.
Y no se puede esquivar el bulto, menos a la velocidad que viene. Tengo hijas y me gustaría que tengan motivos para quedarse a vivir en el pais.
A votar se ha dicho. Y yo voto por «La Bullrich», si.
Sin ningun orgullo, pero sin ninguna vergüenza.




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