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Fin del monopolio de la SUBE: por qué puede cambiar la forma en que pagan los argentinos y el negocio que está detrás

ECONOMÍA Fernando MEAÑOS
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Muchos bancos y fintech celebraron la decisión del Gobierno de desregular el sistema SUBE y permitir, tal como sucede en todo el mundo, que los argentinos (e incluso los turistas) puedan pagar el transporte público con tarjetas de débito y crédito. Se abre así el negocio del pago de 400 millones de boletos mensuales de colectivo, tren y subte que, una vez implementado el sistema, pondrá a competir a la tarjeta SUBE con muchos otros medios.

Pero la frutilla del postre no está en “vender” esos boletos sino en el valor agregado de dos cuestiones que tienen detrás. La primera es la información: el movimiento de muchos millones de argentinos en el transporte público es un conjunto de datos muy codiciado que, hasta el presente, siempre estuvo en manos del Estado. La segunda es la generación de nuevos hábitos de uso: nada es tan frecuente y tan masivo para el mundo de los medios de pago como el transporte, por lo que si un usuario elige una determinada tarjeta o app para viajar, probablemente se acostumbre a utilizarla el resto del día.

Frente a ese botín tan relevante, se inició una negociación hace meses atrás, tal como adelantó Infobae en abril, para llegar a este decreto conocido ayer. Con la secretaría de Transporte al frente, también participaron Nación Servicios (la empresa del Banco Nación que administra la tarjeta SUBE), el Banco Central, la secretaría de Comercio y, por supuesto, todos los actores privados del sector financiero.

Y si bien el decreto fue festejado en las empresas, también hubo sorpresa y resquemor en algunas de ellas. Ocurre que el decreto terminó con el monopolio de la tarjeta SUBE para pagar el transporte pero, a la vez, impuso otra exclusividad. Determinó que el Banco Nación “será responsable del procesamiento de la totalidad de las transacciones y de la administración y mantenimiento del equipamiento”. Es decir: Nación Servicios tendrá a su cargo la administración del sistema de pagos y la compra de las terminales que se instalarán en cada colectivo y cada molinete.

De esa forma, el Gobierno se Javier Milei evitó compartir con actores privados la valiosa información que genera el sistema. “Darle la información de la SUBE a un privado es como darle el Renaper”, dice un conocedor del sistema, en referencia al registro que guarda los datos de la identidad de todos los argentinos.

Algunas empresas del sector financiero advierten que esta disposición fue “sorpresiva” y que Nación Servicios deberá abordar una tarea muy grande “que no debería concentrarse en un solo proveedor que además es inexperto”. En el sistema de pagos argentino, la adquirencia (el procesamiento de los pagos) solamente es prestado por 3 empresas: Mercado Pago, Payway y Fiserv.

Si bien quedan por delante muchas reglamentaciones de Transporte y de otras áreas para armar el nuevo sistema, la posición del gobierno es bien clara. En la misma empresa, si bien elogian la decisión de “abrir” la SUBE, dejan una ironía: “Crear un monopolio por decreto, sin permitir la competencia, no parece muy cercano a los principios de La Libertad Avanza. Los transportistas no podrán tener alternativas”.

Un dato clave en este sentido es que Nación Servicios cobra actualmente una comisión del 7% a las empresas del transporte. Pero ninguna de ellas se queja de un fee tan alto porque no deben pagarlo, ya que el Estado lo absorbe como parte de la política de subsidios. Al menos hasta ahora: se sabe que esos subsidios están en plena reducción. En el sector se habla de que una comisión razonable sería entre el 0,3% y el 0,5%.

De esa forma, la competencia entre los distintos medios de pago, en la que se espera que cada empresa ofrezca promociones para lograr una mayor frecuencia de uso, tendrá como árbitro a Nación Servicios, la empresa pública con más de 1.000 empleados que estuvo en la lista para ser privatizada y competirá con el uso de la SUBE, que en principio será la única tarjeta con la que se podrá tener tarifa social, boleto estudiantil y descuentos por viajes seguidos. ¿Estará Nación Servicios en condiciones además de gestionar la provisión y el mantenimiento de 30.000 terminales para instalar en cada colectivo?

Cambio de raíz
La apertura del transporte a nuevos medios de pago podría modificar los hábitos de millones de argentinos y, con ello, el negocio de muchas empresas. Si bien el decreto menciona “cualquier medio de pago electrónico sin contacto”, la secretaría de Transporte aclaró que se aceptarán tarjetas de débito, de crédito, billeteras y pagos QR.

En este último punto también hay cruces. Algunos creen que el QR es inaplicable para el transporte, por el tiempo que demora la operación. Pero el principal impulsor del QR en el país, Mercado Pago, intervino en la negociación explicando que cualquier app puede generar un QR y acercarlo al lector para pagar, lo que tarda el mismo tiempo que acercar una tarjeta.

La empresa de Marcos Galperín usa ese mecanismo en Chile, donde los lectores aceptan tarjetas y QR. Pero en el resto de la región, el pago del transporte se hace con tarjetas con tecnología contactless. Es el caso de Brasil y México, donde Mercado Pago también tiene fuerte presencia. El uso del QR para pagar el transporte no está demasiado difundido a nivel mundial.

De hecho, pocos países utilizan tanto los pagos QR como la Argentina. Y allí es donde pueden surgir cambios culturales de fuerte impacto sobre el negocio, en particular sobre Mercado Pago. En los bancos se frotan las manos cuando lo explican: si los argentinos se acostumbran a pagar el boleto del colectivo acercando una tarjeta (la que sea) o bien arrimando el celular (si esa tarjeta está cargada en billeteras como Google o Apple Pay), esa experiencia tan rápida e inmediata se repetirá cuando vayan a comprar a cualquier comercio. Y así, pagar con QR puede parecer incómodo o lento.

No obstante esa pelea eterna entre los bancos y Mercado Pago, el verdadero cambio cultural puede pasar por otro lado y beneficiar a todo el sistema en su conjunto. Los millones de argentinos sub-bancarizados, aquellos que tienen una caja de ahorro y una tarjeta de débito pero la utilizan solo una vez al mes para retirar su salario, su jubilación o su plan social en efectivo, podrán usar esa misma tarjeta para pagar el colectivo o el tren, dejando atrás las incomodidades de la SUBE. Y dejando también atrás el efectivo. Esa frecuencia de uso podría acostumbrarlos a usar su tarjeta o su app todos los días.

Fuente: Infobae

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