“La mayoría de los economistas creen que hay que devaluar. Yo creo que no. Yo creo que, si devaluamos, chau, se acabó todo el programa, se acabó (Javier) Milei, se acabó todo”, sostuvo el economista Ricardo Arriazu en el marco de un almuerzo ofrecido este miércoles por el Rotary Club. Para luego advertir que “hay que estar seguros de que no le puedan doblar la mano al Gobierno”, pero sostuvo que “mi cálculo dice que, si se hacen las cosas bien, no le pueden doblar la mano”.
Refiriéndose a cómo se elimina la inflación, sostuvo que Argentina tiene una economía bimonetaria en donde el peso se usa para pequeñas transacciones (pago impuestos, salarios y medir la inflación) y “todo el resto se rige por el dólar que es la verdadera unidad de cuenta en la mayoría de las transacciones”. De ahí que considere que para combatir la inflación no es suficiente con dejar de emitir pesos. Es necesario “estabilizar el dólar” y para ello justificó la intervención del Gobierno comprando y vendiendo divisas. Refutó que esto fuera algo “artificial” en la medida que se haga sin déficit fiscal.
Explicó que el programa actual es del tipo de los años sesenta, cuando el exministro Adalbert Krieger Vasena dispuso un salto cambiario y luego el dólar se mantuvo relativamente estable. “Y ese relativamente estable es la clave del programa, eso es de lo que todo el mundo se queja, pero esa es la clave del programa, porque si yo muevo ese 2% (del "crawling" oficial) todos los precios suben. Las tarifas que están en dólares automáticamente suben y después las empresas van a decir me subieron los costos e inmediatamente suben, entrando en lo que yo llamo la calesita de los precios relativos”.
Dijo que el año pasado existía la percepción que el tipo de cambio oficial estaba atrasado y otro tanto con las tarifas y los salarios. Pero como la economía sólo fija precios relativos, preguntó “si está todo atrasado, ¿cuál (es el precio) que está adelantado?”. Explicó que lo que la gente llama atraso es con relación “a su aspiración que es su máximo precio relativo histórico, pero la suma de las aspiraciones da tres veces el PBI, lo cual es una imposibilidad.
Inmediatamente agregó “pero lo intentan, todo el mundo intenta tener ese precio relativo, entonces comienza con el tipo de cambio, luego vienen las tarifas, después vienen los salarios, después vienen las empresas y ahí aparece el economista y dice: ¡atrasaron el tipo de cambio! Hay que volver a devaluar y si hacemos eso van a volver a subir todos a la calesita de los precios relativos”.
Reconoció que mantener el esquema “es duro, pero claramente no hay otra alternativa, pero el programa tiene que ser consistente porque sino vuela todo por los aires”.
Cepo
Consultado por Ámbito sobre el cepo, Arriazu aclaró que es un absoluto enemigo de las restricciones, es partidario de un mercado absolutamente libre con un solo tipo de cambio estable. Sin embargo, recordó que el gobierno recibió reservas negativas por 11.000 millones de dólares y deudas por importaciones por 40.000 millones de dólares. Consideró que, en estas condiciones, liberar el cepo hubiera llevado a una hiperinflación. Así, dijo que “por más que odio el cepo, no se podía levantar y todavía no se puede”. Al respecto consideró que lo que hay que hacer es “ir levantándolo de a poco, todos los días una medida y las están tomando”.
En cuanto a sus previsiones, planteó que en diciembre pasado su cálculo era que, si el Gobierno hacía las cosas bien, la inflación se iba a ubicar en el año en curso en 140% (contra 250% que preveía el Fondo Monetario Internacional y 240% el consenso de los economistas. Su última estimación prevé una inflación de 120% para 2024.
Tras señalar que la actividad tocó piso en marzo y el consumo en junio, dijo que “se dio la vuelta” y espera expansión para los próximos meses.
Sus cálculos arrojan que, si todo anda bien, el Banco Central podría acumular en los próximos meses 6.000 millones de dólares, de donde debería bajar el riesgo país.
Pobres
“Somos pobres en un país que podría ser rico”, afirmó Arriazu. Reseñó que desde 1980 la Argentina tuvo 20 años con recesión en lo que constituye la mayor volatilidad del mundo. Desde ese año se creció “a un mísero 1,8% anual apenas superior la población” y en los últimos doce años cayó el producto por habitante.
Para evitar las crisis externas afirmó que lo que hay que hacer es “no gastar de más ni emitir”. Calculó que solamente eso eleva la tasa de crecimiento de la Argentina al 3,5% por año, pero como esta política alentaría las inversiones lo que daría un impulso adicional. Así, “Argentina sin hacer nada podría crecer al 3,8% por año solamente siendo prudente”
Además indicó el potencial energético del país que tiene recursos equivalentes a 13 veces el PBI, contra Noruega que sólo tiene 2 veces, y el potencial minero, agropecuario y de la industria del conocimiento.
Frente a la perspectiva de perder otra oportunidad a juicio del economista el riesgo pasa más por la política y la falta de “sentido común”.
* Para www.ambito.com