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Pullaro puso la otra mejilla: las razones políticas del voto salvador en el Senado por el criptogate

POLÍTICAAgencia 24 NoticiasAgencia 24 Noticias
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A diferencia del personaje al que le debe su apodo, “Wally”, al senador nacional de San Lorenzo Eduardo Galaretto no tuvieron que buscarlo. Nadie necesitó preguntar “¿Y dónde está Wally?” en la última sesión del Senado. Se hizo notar con un voto que resultó decisivo para que no se pudiera conformar una comisión investigadora del criptogate. Y a la oposición le faltó un solo voto para llegar a los dos tercios que necesitaba.

No fue un voto sorprendente el de Galaretto, no se puede comparar con el “no positivo” de Julio Cobos en contra de la resolución 125 que incrementaba las retenciones a la soja en 2008. Tal vez por eso tampoco sumará tanta fama como entonces alcanzó el ex vicepresidente de la Nación, pero no podrá despojarse de parte de la responsabilidad de que no se haya formado una comisión para investigar la estafa con la criptomoneda Libra.

Galaretto ni siquiera fue electo senador. O sí, pero como suplente. Llegó a la banca tras integrar la misma lista que propuso a Carolina Losada y Dionisio Scarpin, quienes ganaron en las elecciones de 2021 ser dos de los tres representantes de Santa Fe en el Senado. Por la minoría, en los mismos comicios resultó electo Marcelo Lewandowski por el PJ.

Mientras Losada sigue en esa banca, después de haber aspirado a la gobernación, su compañero de partido y ex intendente de Avellaneda dejó esa función a los dos años de asumir, cuando todavía le quedaban cuatro de mandato. En 2023, Scarpin  fue electo diputado provincial y a pesar de haber hecho campaña para ser el primer senador nacional del norte santafesino, eligió volverse a la provincia. En su lugar asumió entonces Galaretto.

El oriundo de San Lorenzo es médico, cumplió 75 años, cultiva un perfil bajo, no fue intendente de su ciudad aunque sí tuvo otros cargos legislativos (fue presidente del bloque radical de diputados provinciales de 1999 al 2003 y senador por su departamento) y partidarios (ocupó la presidencia del comité provincial de la UCR entre 2012 y 2014). 

Cuando se trató la ley Bases también votó a favor del gobierno de Javier Milei y repitió una frase que parece marcar sus decisiones: “Ante un gobierno nuevo, a las leyes hay que acompañarlas en general y discutirlas en particular”. Sorprendió en la misma sesión al recordar una frase que le adjudica al ex gobernador del PJ José María Vernet y que reversiona así: “Siendo oposición, en los dos primeros años no se puede hacer oposicionismo, ni en los dos últimos hacer oficialismo”.

Esta semana le tocó protagonizar un momento estelar. No sólo porque la decisión de que no se conforme una comisión investigadora del gobierno nacional se decidió por apenas un voto, sino también porque su colega de bancada, Losada, votó distinto, a favor de que se integre la comisión investigadora que él rechazó. O sea que miembros de un mismo espacio político y una misma bancada, quedaron cruzados en la dirección de su voto. Nada que no esté pasando en otros bloques.

En este caso, lejos de existir una pelea o un malentendido, lo que ocurrió fue que la ex candidata a gobernadora quedó condicionada por una opinión apresurada, que no pudo reprimir apenas se desató el escándalo. Dijo que no estaba de acuerdo con pedir el juicio político del presidente de la Nación, pero anticipó que sí apoyaría “una amplia investigación a fondo para que se conozca la verdad” sobre la estafa cripto. “Son desviaciones profesionales”, intentaron justificarla el día que votó como adelantó. En la sesión Losada fue coherente con sus dichos: se pronunció a favor de crear la comisión, al revés de su compañero de bloque..

Galaretto no tiene esos problemas. Casi nunca adelanta lo que va a hacer. Se cuida de no opinar hasta que es necesario. Por ejemplo nunca se expidió sobre lo que hará cuando se someta a votación la designación del juez Ariel Lijo como miembro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.

 
Un Zoom de gobernadores

 
En el caso de la no investigación de la criptoestafa, el médico sanlorencino no decidió en soledad. Hizo antes numerosas consultas con su sector partidario, el espacio que responde al dirigente radical Julián Galdeano, que se nutre ahora de la estrategia más general que definió el gobernador de Santa Fe y que acordaron en un Zoom los cinco gobernadores radicales. Además de otros actores.

Maximiliano Pullaro se expresó con cautela, e incluso más rápido que la mayoría de los dirigentes libertarios que rodean al presidente, y le puso un freno a los pedidos de juicio político. “Es una idea disparatada”, opinó sin rodeos, al tiempo que pidió prudencia en el tratamiento del tema para no erosionar la investidura presidencial.

Esa opinión marcó una línea. Al día siguiente expresó algo similar el intendente de Rosario, Pablo Javkin, y desde entonces surgió la postura de no alentar la creación de una comisión investigadora.

El voto de Losada no necesitó ser revisado porque no hizo falta (se alcanzó a frenar el proyecto con los otros votos comprometidos en la jugada. Fueron seis senadores los decisivos). No se podrá saber qué hubiera pasado si del voto de Losada dependía la suerte de la investigación.

Al ser consultado por la posición de Galaretto el día de la votación, desde el sector radical que integra la coalición Unidos se contestó: “La que votó distinto fue Losada, no Galaretto”.

Suele decirse que no hubo un voto salvador porque fueron varios los senadores que no acompañaron el proyecto que se alentaba principalmente desde el kirchnerismo. Incluso, el más señalado por haber virado su postura fue el senador por Corrientes Eduardo Vischi, que después de estampar su firma para que se creara la comisión investigadora, a la hora de votar le retiró su apoyo y votó en contra. 

Qué gana Santa Fe

 
La pregunta que quedó flotando fue si hubo alguna negociación entre los gobernadores radicales y Presidencia para lograr el resultado a favor del gobierno nacional. Algún acuerdo del tipo “te doy algo a cambio de otra cosa”. Y que los detalles queden aclarados. La respuesta es que no, aunque cada provincia sabrá qué se juega.

En el caso de Santa Fe fue paradójico porque este apoyo a favor del presidente (como antes se adhirió a la ley Bases y al pacto de Mayo) se dio casi al mismo tiempo que la provincia recibía un nuevo desplante ante el reclamo del ministro de Obras Públicas, Lisandro Enrico, para que se reparen las rutas nacionales en suelo santafesino. Fue la gestión número 13 en el mismo sentido y sin resultado. Ni siquiera una promesa se trajo.

Ya no hay obras públicas que en Santa Fe esperan que las haga la Nación. Tampoco alientan expectativas de que se paguen en el mediano plazo los fondos que corresponden a la Caja de Jubilaciones no transferida. Ni qué hablar de que lleguen subsidios al transporte. Tal vez se conforman con que siga el apoyo con medidas y recursos para combatir la inseguridad.

En concreto: Santa Fe no espera casi nada del gobierno nacional en cuanto a beneficios de la gestión. Suelen inflar el pecho para decir que, a diferencia de otras provincias, tampoco los necesitan.

Se apuesta sí a sumar para un negocio político. Es sabido que la mayor parte del electorado que votó a Milei y a Pullaro comparten su base. “Es casi igual en un 80 por ciento”, calculan los analistas. Por eso es que no hay peleas entre las dos figuras de primera línea.

El gobierno de Unidos sabe que si Milei se decidiera a jugar fuerte en suelo provincial en contra de la elección de convencionales que van a reformar la Constitución de Santa Fe, sería una agresión no merecida. Y que eso podría afectar sensiblemente el resultado de los comicios del 13 de abril. Es el único que puede mover la balanza. Esperan que no lo haga.

Por eso es que dividen los territorios. Uno no se mete en las disputas nacionales y espera que desde La Libertad Avanza tampoco lo hagan con los intereses políticos de la provincia. Una especie de pacto no escrito de no intervención, aunque por abajo haya una natural competencia de segundas líneas.

“No nos enganchamos con los que se querían llevar puesto al presidente Milei”, explican cerca del gobierno santafesino. 

El voto en el Senado esta semana fue un gesto en ese sentido. Uno entre varios. “Pusimos la otra mejilla. Demostramos que no hacemos leña del árbol caído y que nadie nos lleva puestos”, declaran desde la Casa Gris. Les parece lógico esperar gestos equivalentes como respuesta del otro lado.

Hasta ahora no pasó demasiado. Aunque sí. En todo el proceso previo a la convocatoria para reformar la Constitución, nadie se metió desde Casa Rosada. Hasta se insinuó que casi no juegan en la elección provincial. En estos días agitados no se puede evaluar si no hay ataques desde el gobierno nacional porque está en shock o porque decidió no involucrarse directamente. Se verá.

En el ínterin admiten que hay nuevos canales de diálogo con las provincias a través de Santiago Caputo. A partir de ese intercambio es que imaginan que el entendimiento, si prospera, vendrá de la política. Si ceden algo desde la gestión, será de yapa.

En el terreno de la política las declaraciones de Pullaro no sólo sirvieron de mensaje, una especie de botella al mar libertario, sino también para bloquear la belicosidad que exhibían algunos de los adherentes al presidente que actúan en la provincia. Con un gobernador que salió a bancar a su jefe, quedaron desubicados, al menos momentáneamente.

CON INFORMACION DE SUMAPOLITICA.COM

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