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El 23 de octubre se pone en marcha un nuevo mapa del poder

OPINIÓN Fernando González*
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La fecha ya la tienen anotada los principales dirigentes políticos, los empresarios y todos aquellos que orbitan alrededor del poder. Algunos la registran en cuadernos o libretas porque no se rinden a la nostalgia del papel. Y otros lo hacen, simplemente, en las agendas digitales de sus laptops o de sus teléfonos móviles.

Pero todos, clásicos o modernos, tienen perfectamente claro que el 23 de octubre habrá una nueva Argentina. Un mapa todavía desconocido con la nueva reconfiguración que iluminará la elección presidencial del domingo 22. Y además, como si eso no bastara para completar la incertidumbre, el resultado electoral podría incluir un terremoto económico y financiero de acuerdo a cómo se terminen acomodando los candidatos a presidente.

Los escenarios posibles son tres. Y cada uno de ellos provocará festejos, decepciones, reacomodamientos veloces y ese gran motor humano de la política que es la traición. Quienes están hoy en las orillas de un movimiento político, el 23 de octubre saltarán hacia el otro lado sin el menor remordimiento.

Escenario 1: Javier Milei ganando en primera vuelta.

Era el escenario más impensado hasta el 13 de agosto, cuando el candidato de La Libertad avanza terminó al frente de las PASO, convirtiéndose en la sensación de las elecciones primarias.

Ahora, los encuestadores se dividen entre quienes ven un escenario de segunda vuelta, con Milei y Sergio Massa yendo al ballotage. Y quienes registran al libertario muy cerca de ganar en primera vuelta. La victoria de Milei en las PASO produjo un cambio muy notorio de expectativas. Lo que era un fenómeno de castigo electoral a las grandes coaliciones del oficialismo y de la oposición se transformó en una ola de gran alcance nacional.

Estas son algunas de las conclusiones en las que coinciden varios de los principales encuestadores de la Argentina, quienes prefieren no arriesgar números por temor a repetir los errores en los pronósticos de las PASO y evaluar tendencias conceptuales.

- El impacto ganador le asegura a Milei retener para la primera vuelta el 100% de quienes lo votaron en agosto.

- Quienes pensaron castigar a Patricia Bullrich o a Sergio Massa votando a Milei para después votarlos en octubre, ahora están entusiasmados con repetir el voto al libertario.

- El voto vergüenza a Milei ya dejó de ser voto vergüenza.

- Al menos un tercio de quienes no fueron a votar en las PASO e irían a votar en octubre, lo harían por Milei.

- El rush mediático que Milei hizo en programas del prime time de la TV en los primeros tres días posteriores a las PASO, y el que repitió esta última semana, consolidaron sus chances para el 2 de octubre. Siempre mantuvo buenas mediciones de rating y logró comunicar sus ideas con fuerza.

- Las contradicciones de Milei, y de algunos de sus colaboradores en torno al proyecto de dolarización, y las críticas durísimas al Papa Francisco, las descalificaciones a los economistas de la oposición o su rechazo ideológico al aborto no parecen hacerle mella a su intención de voto.

Si Milei triunfa en primera vuelta, es decir, si logra superar el 45% de los votos (muy improbable) o se ubica entre el 40% y el 45% de los votos con 10% de diferencia sobre el segundo, provocará dos impactos inmediatos: uno económico y el otro político.

Los economistas, tanto en el Gobierno como entre los más cercanos a la oposición, prevén el desplome de la demanda de los pesos (y los títulos en pesos) con la consecuencia inevitable de una gran devaluación y una disparada aguda del impacto inflacionario. En los equipos de Milei, esta posibilidad no genera demasiada preocupación. Consideran que una suba combinada del dólar y de la inflación ayudará a licuar el ajuste fiscal que consideran inevitable y le restará fuerza a quienes se oponen a la puesta en marcha de un plan inmediato de dolarización.

En términos políticos, la victoria de Milei en primera vuelta provocaría el estallido de las dos coaliciones, la del kirchnerismo hoy apenas sostenida por la sigla Unión por la Patria, y la de Juntos por el Cambio, también con profundas grietas internas que la campaña presidencial no logra ocultar.

Si Massa es derrotado en primera vuelta, su destino en la interna peronista quedará sepultado. El movimiento no acepta nunca a perdedores y menos por margen abultado. Como referencia de poder quedarían los gobernadores e intendentes del conurbano que mantengan sus territorios. Y se posicionarían a salvo del naufragio Cristina Kirchner y Axel Kicillof, si el gobernador logra conservar la provincia de Buenos Aires por otro mandato. Las cajas bonaerenses le darían al kirchnerismo supervivencia política. El otro sobreviviente sería el cordobés Martín Llaryora.

Los aliados peronistas de un Milei ganador en primera vuelta empiezan a verse a simple vista. A sus contactos con los sindicalistas Gerardo Martínez, Luis Barrionuevo y Facundo Moyano, se suman su buena sintonía con el embajador Daniel Scioli y con los sectores del menemismo que lo están ayudando a armar un esquema de fiscalización del voto mucho más eficaz y extendido que el sistema deficitario que hizo agua en las PASO.

También hay vientos de disgregación en Juntos por el Cambio. Un triunfo de Milei en primera vuelta provocaría la ruptura de la coalición. El propio candidato lo hizo público esta semana durante una entrevista en TN con los periodistas Marcelo Bonelli y Edgardo Alfano. Si logra sumar unos cincuenta diputados nacionales y una decena de senadores, completaría su sostén parlamentario con legisladores del sector más conservador del peronismo y del espacio de PRO más cercano a Mauricio Macri.

Milei ha acordado con el ex presidente no presionarlo en público, pero insiste en que si triunfa lo convocará para formar parte de su gobierno. Y, en la Cámara de Diputados, imaginan que el diputado bonaerense Cristian Ritondo podría ocupar un papel relevante en la conducción de un bloque liberal reforzado con peronistas, macristas y el sector de libre oferta y demanda al que han llamado históricamente “los sin tierra”. Toda una puesta en práctica de las teorías del mercado al servicio de la política.

Un eventual estallido opositor dejaría fuera del esquema de un gobierno de Milei a la UCR, que este domingo logró sumar la gobernación del Chaco (Leandro Zdero superó el 46% de los votos y desalojó del poder al kirchnerista Jorge Capitanich) y podría quedarse con cinco gobernaciones (Corrientes, Jujuy, Santa Fe y Mendoza si Alfredo Cornejo triunfa el domingo próximo). A los radicales les estaría faltando un candidato presidenciable para 2027, pero quedan todavía cuatro años y en la Argentina todo puede suceder.

La última incógnita serían los gobernadores del PRO. Tiene tres asegurados (Claudio Poggi, en San Luis, Luis Orrego, en San Juan, e Ignacio Torres en Chubut), pero podría sumar a Jorge Macri y a Rogelio Frigerio, ambos con buenas chances de ganar en Ciudad de Buenos Aires y en Entre Ríos. Un enorme activo de poder territorial en el caso de una victoria de Patricia Bullrich, que podría llegar a contar hasta con nueve gobernadores aliados.

Escenario 2. Milei y Sergio Massa a segunda vuelta

En el caso, como indican algunas encuestas, que Massa logre superar la inflación de tres dígitos anuales y de dos dígitos mensuales, y se anote para el ballotage, las hipótesis de desmembramiento del peronismo se verían demoradas hasta la segunda vuelta de noviembre.

El ministro de Economía tiene la imagen negativa más alta de los tres candidatos y sería muy complicada su chance de ganar en la segunda oportunidad, pero si llega hasta esa instancia a fuerza de baja de impuestos y sorteos de motos y electrodomésticos, habrá que esperar porque usará todo el aparato del Estado para tratar de lograr el milagro.

En ese caso, Cristina y el kirchnerismo se verían amenazados por la posibilidad de una victoria milagrosa de Massa, quien se lanzaría de inmediato consolidar su liderazgo en el peronismo.

Los gobernadores e intendentes bonaerenses, que ahora se muestran escépticos sobre el futuro electoral del candidato, no dudarían en alinearse para alumbrar un replanteo total del poder en el peronismo. Con Massa en el centro del escenario y una alianza gobernante de empresarios y sindicalistas que siempre lo han visto como el heredero inevitable de la etapa kirchnerista.

En Juntos por el Cambio se produciría la implosión antes descripta en el caso de una victoria de Milei en primera vuelta. Con una sola diferencia. Si Massa lograra triunfar en el ballotage, algún sector de la UCR y algunos de los dirigentes que trabajaron para el proyecto político de Horacio Rodríguez Larreta podrían terminar confluyendo en una suerte de massismo ampliado.

Escenario 3. Milei y Patricia Bullrich a segunda vuelta

Con los triunfos de los radicales Maximiliano Pullaro en Santa Fe, y de Leandro Zdero en el Chaco, Patricia Bullrich intenta devolverle la intensidad a su campaña luego del shock de las PASO cuando venció a Rodríguez Larreta en las primarias de Juntos por el Cambio, pero la coalición quedó por detrás de Milei.

La candidata buscará sumar un tercer triunfo en Mendoza el domingo próximo, y ha logrado frenar los coqueteos de Macri con el libertario. El viernes comenzó un raid nacional en la ciudad de El Palomar, simbólica por el aeropuerto inaugurado allí durante la gestión macrista en la que fue ministra de Seguridad.

El gran objetivo de Bullrich es entrar al ballotage. La candidata, y sus estrategas de campaña, creen que si logran llevar a Milei a esa instancia podrán vencerlo al confrontarlo mano a mano y con más tiempo, con los proyectos económicos y los equipos de gobierno. La segunda vuelta no se realizaría ya bajo el impacto de la ola Milei, sino con el nuevo clima que podría generar una remontada de Patricia, a la que varias encuestas ubican en tercer lugar.

Una victoria y eventual arribo de Patricia Bullrich a la Casa Rosada también provocaría una reconfiguración del escenario del poder. La candidata triunfante impondría su liderazgo sobre las estructuras del PRO, dejando atrás no solo a Rodríguez Larreta sino también el respaldo ambiguo de Macri. Y generaría un vínculo renovado con la UCR porque apostó a respaldarse en sus dirigentes. Primero en alianza con los mendocinos Cornejo y su compañero de fórmula, Luis Petri. Y después acercándose a los radicales que habían apoyado a Larreta y la habían enfrentado.

Un triunfo de Bullrich eclipsaría al peronismo y lo sumiría en la debacle ya descripta. En este caso, el estallido peronista incluiría una renovación del sindicalismo, aferrado desde hace décadas a sus cargos en los gremios de la CGT. Patricia los enfrentó desde un principio y planteó una rivalidad especial con Hugo Moyano, quien había sido aliado del PRO en los primeros años de Macri.

Es importante para Bullrich el triunfo de la UCR en el Chaco. No solo porque le sirve para generar un clima positivo entre sus simpatizantes. Sino porque la elección en esa provincia dominada por el kirchnerista Capitanich fue un laboratorio de ensayo de una campaña de populismo electoral con los fondos del Estado.

A Coqui Capitanich no le funcionaron en el Chaco ni los planes, ni los electrodomésticos ni la plata repartida a mano abierta con los recursos de todos los chaqueños. Es el modelo que intenta, con más recursos, pero con estrategia similar, Massa a nivel nacional.

Quizás el hartazgo y las carencias hayan llegado a un punto de no retorno. Quizás ya no resulte la seducción de regalar heladeras a cambio de un voto cuando no hay nada que ponerle adentro.

* Para www.infobae.com

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